Lo semántico, lo textual y el documentalista.
Imagen obtenida a través de Wordle (extrae gráficamente las palabras del texto con mayor frecuencia) |
Como siempre, las clases del curso de Ayudante de Documentaciónde Medios de Comunicación, han dado sus frutos reflexivos (y hasta
me ha dado por pensar...): Ante una necesidad informativa, todos (me
incluyo) recurrimos al mágico metabuscador, Google, que todo lo sabe y
todo lo puede... ¿o no?
En algunas sesiones del curso, se nos pedía localizar cierta información, utilizando para ello Internet, en genérico. Evidentemente, y salvo para los casos en que nos había facilitado unas cuantas fuentes específicas (Compludoc, Comunicacióninvisible, TESEO, etc.) fuimos directamente a Google (que quede claro que la información que localizábamos en estos tres, no se recuperaba en Google).
No voy a decir que no sirva para nada, eso sería de idiotas. Si buscas, mejor dicho, si sabes buscar, encuentras. El problema es cuando los resultados pertinentes vienen acompañados de ruido (informativo), o peor aún, de silencio (también informativo).